Esos hombres Me gustan esos hombres que armonizan con el viento.
Los que llueven sobre sí mismos o caminan dibujando constelaciones.
Los capaces de silbar con burbujitas o arrojarse de un amor en movimiento y subirse a otro. Me gustan esos hombres cavernosos y parcos, con marcas de la vida en las entrañas.
Los de manos grandes y tiernas, que envuelven las palabras que flotan en los adioses.
Los que creen en asuntos perdidos y siempre tienen un hilito de aliento por no pensar jamás que todo ha sido en vano.
Los que buscan y no encuentran, pero siguen buscando. Me encantan los hombres valientes y temerosos, pero no los cobardes. Los que se acuerdan las canciones de la infancia y los que nunca abandonaron al niño que fueron. Los que jamás hablan mal de las mujeres que los dejaron. Los leales a su generación, a su rostro, a su impulso, los empecinados y frágiles, bandidos y generosos. Los que dibujan bigotes en las fotos de los diarios y los que comen los helados empezando por abajo.
Me agradan mucho los hombres procaces, los que recuerdan a sus hembras por su olor . Los que miran las mujeres de otros, los que piensan por qué no se acostaron con su prima y los que sueñan con morirse haciendo el amor, enamorados. Me gustan los hombres animales, por ejemplo, los hombres caballo, los hombres cien-pies, los hombres nictálopes, me gustan los que crujen como brasas desnudas y los que dejan gotitas de humor en las esquinas. Me gustan esos hombres.
Yo amo a esos hombres porque son como el agua. Desordenados y frescos y volvedores. |