"Jehova, no me reprendas en tu enojo, no me castigues con tu ira.
Ten misericordia de mi, oh Jehova, porque estoy enfermo; saname oh Jehova, porque mis huesos se estremecen. Mi alma tambien esta muy turbada; y tu, Jehova, ¿ hasta cuando ?.
Vuelvete, oh Jehova, libra mi alma; salvame por tu misericordia. Porque en la muerte no hay memoria de ti; en el seol, ¿ quien te alabara ?.
Me he consumido a fuerza de gemir; todas las noches inundo de llanto mi lecho, riego mi cama con mis lagrimas, mis ojos estan gastados de sufrir; se han envejecido a causa de todos mis angustiadores "
( Salmos 6 : 1-7 )
Todos hemos escuchado o leido la historia de la resurreccion de nuestro amado Señor Jesucristo, la cual es el triunfo glorioso sobre la muerte.
En la porcion del Salmo citado, nos encontramos con un siervo de Dios, cuyo nombre es David, el cual eleva un clamor, que puede sentirse que viene desde el mismo infierno, ese sitio que en nuestra vida tambien visitaremos debido al terrible dolor causado por las pruebas.
David sentia que estaba a un paso de la muerte por el dolor de la enfermedad, por la persecucion de sus enemigos y por sentirse desechado por Dios.
Eso mismo sentimos cuando lo que nos sostiene en la vida comienza a fallar. Porque como seres humanos, desde que nacemos vamos construyendo nuestra forma de vida, adquirimos diversos enseres, equipos, bienes inmuebles y todo lo que nos sirva para llevar una vida favorable; cuidamos de nuestra salud, estudiamos y hacemos carreras y profesiones en diversos centros de trabajo; soñamos con un hogar estable, nos casamos, tenemos hijos y nos proyectamos hacia una vida familiar en plenitud.
De pronto, sientes que aquel reino del cual tu eres el rey, comienza a tener problemas, el sistema comienza a fallar, hay desajustes familiares, las rebeldias hacen de las suyas; las finanzas se parten en mil pedazos y la salud es azotada.
Sin saber que hacer, ves con tus propios ojos, como todo se derrumba sin freno, y de pronto, te vez en la tumba, alli donde estaba David, alli a donde bajo Jesucristo, alli donde vivir es doloroso, en donde no hay quien ayude, donde no hay consuelo que valga, porque estas totalmente solo.
Ese lugar es el limite de la vida, no hay nada mas que disfrutar, no hay fiesta que aceptar, no hay banquete que degustar, no hay sonrisa que compartir y no hay corona que lucir.
Ese lugar produce lagrimas y lagrimas, alli no hay estima ni autoestima que valga; alli la alabanza son las lagrimas el gemir y el clamor. Ese lugar duele, porque huele a muerte, alli no se envidia a nadie, porque uno se llena de compasion por la gente, al saber en el engaño que viven, en sus perdidas de tiempo, en sus vanidades y en su tibiesa.
En esa tumba, tu sabes que aun estas con vida, pero tiemblas por eso, porque sabes que aun vives, y no tienes con que vivir, te sientes un gusano, y alguien desechado, que ya sirve para nada.
Definitivamente, ese lugar existe, y en este momento hay miles y miles de cristianos en el, y como lo hizo David, estan clamando, gimiendo y llorando, pidiendole a Dios que los libre, que los rescate. Pero tambien le piden que les de una oportunidad para mantener a sus familias, para tener salud, y con la bendicion de Dios tener una puerta que se abra con una bendicion de tal magnitud, que puedan hacerle frente a todas las obligaciones y responsabilidades que la vida terrenal y celestial exigen.
Ahora te digo, amado hermano o hermana, que te sientes en la tumba, en el seol, sin oportunidad alguna y ya desechado, que Dios levanto a David, le puso la corona de Rey le sano y le prospero. Tambien levanto a Cristo de entre los muertos, y al resucitar, tambien nos ha dado la oportunidad de estar para siempre con El.
Dios tambien te levantara a ti, si hermano, a ti que piensas que ya no vales nada, que piensas que yo tienes oportunidad y que eres un caso perdido en el contenedor de la basura. Te digo, Dios te levantara, te pondra la corona sobre tu cabeza y te pondra en un sitio de honor.