Un hombre tenía una casa en lo alto de una montaña. Ningún coche podía llegar hasta allí. Por eso el hombre se compró un burro. Le colgó dos cestas del lomo y se dispuso a ir de compras. Tenían que cruzar un puente y al burro le apetecía comer la hierba fresca en la orilla del arroyo. Pero el hombre no quiso parar. Entonces el burro, con su largos dientes, le sacó al hombre el dinero del bolsillo y lo tiró al camino. Muchas monedas bajaron rodando hasta el arroyo. Luego el burro rebuzno con todas sus fuerzas y el hombre echó un vistazo, bajó hasta el riachuelo y recogió su dinero. Mientras, el burro pudo comer hierba fresca hasta hartarse. Luego siguieron su camino. El hombre le dijo al burro: eres muy listo, menos mal que has rebuznado. Y el burro asintió con la cabeza.