Dos veces por Guillermo Rose
Ahora que ya es de noche, y que todos se han dormido, quisiera yo hablar contigo seriamente, y de hombre a hombre. Ven acá inmediatamente, que estoy molesto te digo, porque hace un rato te he oído fuerte a tu abuela gritarle. Y antes que más me moleste, bien que bajes la cabeza, ya que nada que tú hicieras puede hacerme hervir la sangre que tú, que eres hijo mío, a tu abuela tú le faltes.
Que tu abuela fue valiente. Que tu abuela trabajaba, que mantenía esta casa, y a sobrinos de pasada. Que en Navidad, los regalos, no solo a mí, sino a todos, fueran o no sus ahijados. Que si el Carlos está enfermo, 'ay tía, ¿qué es lo que hacemos?' Que me he quedao sin trabajo. 'Acá tienes de momento, veremos como arreglamos'.
Y para todos había cuando era joven la abuela. Y yo, que era como tú, crecía sin darme cuenta de la suerte que tenía. No sólo a mí me cuidaba sino también a su madre. Y nada a mí me faltaba para poder educarme. Así es que gracias a ella yo señor, tengo carrera, y usted, jovencito mío, tiene un padre de primera.
Así que escucha una cosa que no quiero repetirte. Que a mi madre no la faltes, que es tu abuela y que te adora y que le tengas paciencia, que ya cumplió la señora.
Y escúchalo de tu padre. Que cuando a ella tú le hables sea para gracias darle porqué ella por ser tu abuela, y si no te has dado cuenta, es cual dos veces tu madre. |