Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, la más austral, extensa y reciente de las provincias de la República Argentina; limita al norte y este con las aguas del océano Atlántico sur, en el mar Argentino, hasta el meridiano de 25º de longitud O al este; al sur, con el vértice polar, en los 90º de latitud S; y al oeste con el meridiano de 74º de longitud O, con el océano Pacífico sur y con la República de Chile. La provincia reconoce una superficie algo superior al millón de km2, que representa algo más de una cuarta parte del territorio nacional.

Definido como archipiélago, su espacio conjuga tres ámbitos bien diferenciados: el sector oriental de la Isla Grande de Tierra del Fuego y sus islas adyacentes; un conjunto isleño en el océano Atlántico sur, donde destacan, entre otras, las islas Malvinas, las Sandwich del Sur y las Georgias del Sur; y un sector de la Antártida, que incluye, a su vez, varios archipiélagos (las Orcadas del Sur y las Shetland del Sur). La Isla Grande de Tierra del Fuego, sobre la que el Estado argentino, a diferencia del resto de los departamentos integrantes de la provincia mencionados, posee el ejercicio indiscutido de su soberanía, forma parte de un conjunto insular mayor que abarca a la isla de los Estados y al grupo Año Nuevo, y goza de un extenso litoral marítimo fuertemente castigado por los vientos húmedos del sur y suroeste.

Las condiciones climáticas y del relieve han permitido en la Isla Grande el desarrollo de tres agroecosistemas. Uno de ellos corresponde a la sección meridional de la isla, en la que dominan las formas del relieve montañoso de las últimas estribaciones de la cordillera de los Andes en territorio fueguino (véase Andes fueguinos). La acción erosiva de los glaciares está testimoniada en el paisaje por la presencia de lagos interpuestos entre los cordones montañosos (como el lago Fagnano) y la brecha profunda que actualmente ocupa el brazo marítimo de comunicación interoceánica del canal de Beagle. Por su orientación (en el sentido de los paralelos) y altitud (1.500 metros sobre el nivel del mar), la cordillera andina determina la interceptación de las masas húmedas que se desplazan hacia el norte y noreste del territorio, condensadas en forma de nieve y lluvias.

Numerosos cursos fluviales, de caudales discretos, descienden en dirección sur por las laderas de los cerros hasta descargar sus aguas en el canal de Beagle. La presencia del denominado bosque magallánico, de frondosa y variada vegetación, expresa las condiciones climáticas dominantes, caracterizadas por precipitaciones invernales, que promedian montos anuales algo superiores a los 500 mm, propias del clima frío, húmedo y riguroso que impera en este sector de la isla. Una red hidrográfica más estructurada ocupa su área central, desde la zona cordillerana austral hacia las planicies del norte, formando parte de la cuenca del río Grande. Esta área, de características ecológicas transicionales, con presencia importante de formaciones boscosas e hidrografía compleja, posee un relieve de rasgos más accidentados que el área septentrional de planicies onduladas, con cerros y lagunas periglaciares y que ofrece las mejores aptitudes para la producción ganadera. Cursos fluviales de caudales más escuetos muestran la reducción efectiva del monto de las precipitaciones y la prevalencia de condiciones ambientales de mayor aridez.

Economía

Población

Los casi 70.000 habitantes de la isla representan una densidad de población de 0,2 hab/km2, y un 97% de ellos residen en núcleos urbanos. Durante la segunda mitad del siglo XX, y sobre todo en el último cuarto, la población ha crecido aceleradamente, impulsada por una legislación con un claro sentido geopolítico y de promoción económica de la zona.

Datos de superficie (en km2) y población (en 1991):