La sombra de mi yo
Autor: Marta Luján Mujer Nueva.org, 2006-10-05
Cuentan una leyenda que Alejandro Magno tenÃa un hermoso caballo, Bucéfalo, que sólo él era capaz de montar. ¿Cómo llegó Bucéfalo a manos de Alejandro? Un dÃa hubo una venta de caballos. Entre ellos estaba Bucéfalo, que destacaba por su altura, su corpulencia y su belleza. Los nobles que deseaban comprarlo, encargaban a sus jinetes que lo montasen, para ver si les convenÃa; pero todos los que subÃan sobre Bucéfalo lograban sólo mantenerse pocos segundos sobre su grupa. El animal caracoleaba, se encabritaba y echaba por tierra al jinete. Sólo Alejandro supo observarlo con atención y descubrir el secreto del caballo. En lugar de enviar un jinete, quiso probarlo él en persona. Al momento de montarlo, le dirigió la cabeza hacia el sol y lo espoleó con decisión. Después controló los movimientos del caballo sin apartarlo de la dirección del sol, hasta que el animal, cansado, se dejó dominar completamente. ¿Cuál era ese secreto que sólo Alejandro habÃa descubierto? Que el animal se asustaba de su propia sombra. Si no la veÃa, si se le dirigÃa la cabeza hacia el sol, el animal olvidaba sus temores.
Es una leyenda bastante antigua pero que puede aplicarse también muy bien a nuestra época moderna. Vivimos en un mundo tan acelerado, hay tantas cosas y proyectos que sacar, que nos preocupamos más de "hacer" que de "ser". El resultado de todo ello es un gran desconocimiento de nosotros mismos. Hay mucha gente que vive asustada con la sombra de su propio yo. Por eso escuchamos a veces personas que dicen ".pero, ¡si yo no soy asÃ!", "te prometo que no sé porqué reaccioné asÃ", "nunca antes habÃa sentido esto". Quizás también nosotros lo hemos dicho o pensado alguna vez, y por eso nos viene bien saber en qué consiste esta sombra de mi yo.
Muchos psicólogos han hablado y explicado ya suficientemente lo que es el yo, por lo que no voy a extenderme mucho en explicaciones; si algún lector desea saber sobre ello, sólo tendrá que remitirse a las innumerables fuentes que existen al respecto. Por mi parte, diré simplemente que el "yo" es lo que somos, lo que manifestamos hacia fuera, y que deberÃa ir en correspondencia con lo que somos dentro, para que no haya en nuestra personalidad una dicotomÃa, una carencia de autenticidad. Nuestro yo, unas veces más y otras menos, según la persona sea más extrovertida o introvertida, se manifiesta hacia fuera en palabras, gestos, acciones. por eso podemos decir de una persona "ella (o él) es asÃ". Sin embargo, a veces nos encontramos con reacciones, palabras o gestos, en otros o en nosotros mismos, que nos sorprenden, y que no nos resultan familiares; es más, nos asustan un poco porque se salen por completo del esquema que tenÃamos.
La sombra del caballo no es el caballo mismo, pero forma parte de él. Esto que encontramos dentro de nosotros mismos y que a veces sale al exterior, sà forma en realidad parte de nuestro yo. Ese mal genio o ese chispazo de buen humor, esa agresividad contenida, esa tristeza profunda, esas ganas de vivir. son todas nuestras, son parte de nosotros; pero una parte que muchas veces desconocemos o que, simplemente, queremos ocultar porque no nos atrevemos a mostrarla. Nos persigue el miedo a admitir que a veces no somos tan perfectos como creemos o como los demás creen. Nos da miedo admitir que algo nos causa tristeza, porque nos parece que al hacerlo nos volvemos vulnerables, que los demás encontrarán ahà el punto donde herirnos. Nos da miedo admitir que algo nos costó, porque entonces parecemos débiles; preferimos hacernos los indiferentes, como si las cosas no nos dañaran ni nos perjudicasen. Con todo ello, lo único que hacemos es construir a nuestro alrededor un muro que no nos permite ser realmente como somos, con toda la riqueza de sentimientos que tenemos dentro, con todo lo bueno y lo malo que hay en nosotros mismos.
Desgraciadamente, y debido a esta capacidad de ser "otros" y no nosotros mismos, fracasan tantos matrimonios, tantos noviazgos, tantas amistades. Esperábamos del otro que fuera diferente, que fuera "siempre" como lo habÃamos visto, pero de repente se comportó de un modo diverso, y entonces, dejamos de aceptarlo. ¿Qué hubiera pasado si esa persona nos hubiera dicho y mostrado antes todo lo que podÃamos esperar de él? No hubiera habido sorpresas. Pero nos fijamos tanto en la sombra de nuestro yo, le tenemos tanto miedo, que se nos olvida la belleza y la riqueza inconmensurable que encierra ese "yo".
Alcemos los ojos, contemplemos el sol, miremos cara a cara la verdad de nosotros mismos, y asà no tendremos miedo de nuestra sombra. Lo primero que tenemos que hacer para dominarnos es aceptarnos tal como somos. Conocernos y aceptarnos. ¿Cuáles son mis comportamientos y reacciones habituales? ¿Qué cosas de mi yo: expresiones, gestos, modos de ser., no me agradan tanto o intento ocultar por vergüenza o miedo? ¿Qué me hace sentirme débil o inferior? Todo ello hay que conocerlo y transformarlo en positivo; encontrar en ello una riqueza: un corazón sensible, gran fuerza de voluntad, capacidad de decisión... Está claro que esto no es trabajo de un dÃa. Es una labor que tendremos que realizar con paciencia y con constancia una y otra vez. Una vez me decÃa un amigo mÃo, profesor, al que le costaba mucho terminar las cosas que empezaba: ¿sabes lo que hice entonces?, puse una gran caja en un lugar visible a todos los alumnos en la que se podÃa leer: "Responsable de la revista: Profesor..". Asà no me quedaba más remedio que responsabilizarme de verdad o sufrir las consecuencias de la vergüenza si la revista no salÃa nunca.
Enfrentar los miedos con medios concretos. Querer cambiar. Conocerse, aceptarse y superarse, he ahà el gran secreto de Alejandro Magno. Conoció las cualidades y también los defectos de aquel magnÃfico caballo. Lo aceptó asà como era, y lo llevó a superar sus miedos haciendo que no mirase más la sombra de lo que era. Hay que mirar siempre lo que podemos llegar a ser gracias al esfuerzo, la paciencia y la constancia. Hoy no nos quedan dudas de que con aquel magnÃfico caballo Alejandro Magno ganó muchas batallas y conquistó un imperio. ¿No podremos del mismo modo conquistarnos a nosotros mismos y llegar a dominar nuestro propio imperio interior para vivir una vida más auténtica, más de cara a la verdad de lo que somos? Todo es cuestión de dejar atrás las sombras y buscar siempre la verdad.
| |