Dios nos llevará de la mano hasta el final Con todo, yo siempre estuve contigo; me tomaste de la mano derecha. Me has guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria. Salmo 73: 23, 24 Una de las pruebas deportivas más duras es el triatlón. Es una carrera de resistencia que consiste en nadar 3 kilómetros, luego correr en bicicleta 160 kilómetros y terminar corriendo un maratón de 42 kilómetros. Con razón llaman al que lo termina ironman, es decir, "hombre de hierro". Para poner las cosas aún más difÃciles, esta práctica deportiva tiene reglas muy estrictas, y una persona puede ser descalificada con relativa facilidad. Muy pocas personas intentan correr el triatlón. De cada cien que lo intentan, solo siete lo terminan. Es la prueba que más le exige al cuerpo del deportista. Rick Hoyt terminó el triatlón. Pero él es el héroe más inverosÃmil que se pueda imaginar. Ricky nació con parálisis cerebral, y encima es tetrapléjico. Los médicos dijeron a sus padres que nunca harÃa nada y que serÃa un vegetal toda su vida, si es que sobrevivÃa. Les dijeron que debÃan ponerlo en una institución especializada. Pero los padres no estaban dispuestos a abandonar a su primogénito. El papá de Rick vio en los ojos de su hijo algo. Algo que luchaba por expresarse, la luz de una persona interior. Rick "expresó" sus primeras palabras cuando tenÃa doce años. No lo hizo con su voz, sino a través de una computadora. Pero siguió luchando. Terminó la «escuela de nivel medio y luego la universidad. Un dÃa Rick escuchó que se correrÃa una carrera de siete kilómetros en un evento cuyos beneficios se destinarÃan a obras benéficas. Él querÃa ayudar a recaudar fondos, asà que su papá se registró y corrió, empujando a Rick en un coche especial. Rick se sentÃa encantado. «Cuando estoy corriendo no me siento inválido», dijo. Fue el principio de una notable carrera deportiva padre-hijo. Rick ha competido en más de doscientos eventos. Ha corrido a través de todos los Estados Unidos. Y sÃ, terminó el triatlón. Su padre nadó los tres kilómetros tirando una balsa de hule con Rick encima. Con su hijo encima del manubrio, corrió los 160 kilómetros en bicicleta y corrió el maratón empujado por el mismo padre devoto. Es un triunfo del espÃritu humano. Es una historia de amor de un padre que se ha sacrificado para hacer feliz a su hijo inválido. Asà nos quiere llevar Dios en la carrera de la vida. Si él no nos lleva sobre sus hombros, nunca llegaremos a la meta. Los justos dirán al final: «Me tomaste de la mano derecha [...] y después me recibirás en gloria». Dios te bendiga; es mi deseo y oración |