Rendición detrás de la puerta Jorge estaba intranquilo desde que su mujer leÃa la Biblia y frecuentaba las reuniones de los cristianos. Sin embargo, no tenÃa motivos para quejarse de ella, porque cuanto más brutal e injusto era él, más dulzura y paciencia mostraba ella. Sólo habÃa un punto en el que Matilde no cedÃa: asistir a las reuniones cristianas, pues lo necesitaba. Un dÃa Jorge se enojó mucho y le dijo: –Si vuelves a esa reunión de hipócritas, iré a buscarte y te daré una lección que no podrás olvidar por el resto de tu vida.
Matilde sabÃa que su marido cumplÃa con su palabra, pero esto no le impidió que algunos dÃas más tarde aprovechara su ausencia para ir a una reunión de oración. Jorge volvió más pronto de lo previsto, halló la casa vacÃa, tomó un grueso bastón y se dirigió a la sala de reuniones. Pasó por la primera puerta y se detuvo detrás de la segunda. Alguien hablaba. –Esperemos hasta que termine, dijo para sÃ. Pero entonces oyó claramente estas palabras: –Te rogamos, Señor, por el marido de nuestra hermana Matilde. Tú ves que este hombre no es feliz. Dale a conocer tu gran amor�?BR> Esto era lo que se hacÃa en esta «reunión de hipócritas»: oraban por él, ¡y con qué fervor!
Salió despacio y volvió a casa. Cuando Matilde, temblando, regresó al hogar, halló a Jorge de rodillas. Él también habÃa encontrado al Señor Jesús. |