Dame tu sexo, amor, dámelo todo
y alcanza la cumbre de mi grito;
abre mis alas negras,
el palpitar
entero, y recibe
la total estrechez de mi sonrisa,
la profundidad
del cielo en primavera,
la llovizna de musgo,
la sensación del mar contra aquel
primer suspiro de los besos
en la orilla del mundo
y sus conflictos
donde nos anegamos, unas horas atrás,
con las caricias.
Hoy te lo pido, mañana es ya otro dÃa
en el que ni tú ni yo
seremos los que ahora
navegan en la sábana,
sedientos
de besos y de lenguas,
de manos y de abrazos,
de piernas, muslos tersos,
de amor a puños llenos
y deseantes.
Dámelo todo, amor, hoy es posible
porque toda mi piel
te necesita
como el ávido cielo
a tu destello.
Y déjame soñar después, contigo,
paladeando
el sabor
de un nuevo dÃa.