ProfecÃa Me lo contaron ayé las lenguas de doble filo, que te casaste hase un mes, y me quedé tan tranquilo... Otro cuarquiera, en mi caso, se hubiera echao a llorá... Yo, cruzándome de brazo, dije que me daba iguá. Nada de pegarme un tiro ni de enredarme a mardisiones ni apedreá con suspiros los vidrios de tus barcones. ¿Que te has casao? ¡Buena suerte! ¡Vive cien años contenta y a la hora de la muerte... ¡Dios no te lo tenga en cuenta! Que si ar pié de los artares mi nombre se te borró, por la gloria de mi mare que no te guardo rencó; porque, sin sé tu marÃo ni tu novio, ni tu amante, yo soy... quien más t'ha querÃo... ¡Con eso tengo bastante! |