AMÉ SU CUERPO ENTONCES Amé su cuerpo entonces y su alma. Su piel fue para mà la tierra firme; la soñé como un sexto continente no registrado en mapas todavÃa. Soñé con la bahÃa de su boca. Su pelo era una selva virgen que abrÃa su misterio mineral y oscuro. Soñé con las ciudades de sus pechos. Los rÃos de las venas que afloran en su piel eran rutas abiertas a la navegación y al gozo. Se podÃa viajar en su mirada. En las blancas llanuras de sus manos yo cultivé el maÃz y buenas relaciones. Después no pude estar sino en su cercanÃa. |