Cierto día un hombre que tenía una avanzada miopía olvidó sus anteojos en su casa. Él tenía que visitar un museo y como experto en arte, debía evaluar la exposición. A pesar de que no podía ver con claridad y nitidez las pinturas; aquello no detuvo sus fuertes críticas. Finalmente se detuvo ante lo que parecía ser un retrato de cuerpo entero y comenzó a criticarlo. Con un sentimiento de superioridad dijo: "El marco es completamente inadecuado. La pintura muestra a un hombre vestido de una manera ordinaria y andrajosa. Además, el artista cometió un error imperdonable al seleccionar un rostro vulgar para el retrato." Aquel hombre continuó con sus fuertes críticas hasta que su esposa le apartó de la mirada de la gente que le rodeaba. Ella le dijo en voz baja: "¡Querido, en realidad no estabas criticando una obra de arte, estabas criticando lo que mirabas en un espejo, en otras palabras estabas criticando tu propia figura!" <o:p></o:p> Muchas veces los seres humanos somos así. Pareciera que nuestras propias faltas y errores se hacen más evidentes y condenables en la vida de los demás. Debemos mirarnos al espejo más a menudo. La Biblia dice en Santiago 1:23 y 24 lo siguiente: "El que escucha la Palabra de Dios pero no la pone en práctica es como el que se mira el rostro en un espejo y, después de mirarse, se va y se olvida enseguida de cómo es."<o:p></o:p> La Palabra de Dios es el espejo que revela el estado de nuestra alma. ¿Cómo está tu alma? ¿Sucia por los pecados o limpia por la sangre de Jesús? <o:p>  </o:p> <o:p> </o:p> FONDO:LOLY-AMOR |